Una de las cosas que, al menos a nivel personal, me llevaré de mi paso por Dirigido Por e Imágenes de Actualidad es saber que he llegado a trabajar con algunos de los mejores críticos de España. Gente a la que yo leía con admiración cuando apenas estaba empezando a aprender sobre el medio, y a los que no puedo más que deshacerme en agradecimientos por todo lo que me descubrieron… Entre ellos, Ramon Freixas.
Nunca llegué a decirle a Ramon –estas cosas me dan demasiada vergüenza– que fue una de mis máximas referencias de entre los que escribían en Dirigido. Que cuando empecé a escribir críticas en la universidad, intentaba imitar –de forma un tanto lamentable– su característico estilo barroco y sus todavía más característicos giros idiomáticos, llenos de un envidiable sentido del humor. Y que siempre me ha parecido una de las mejores plumas del país, mucho más infravalorado de lo que se merecía alguien con su (inmenso) talento. Ahora me arrepiento, y además mucho, de no haberme atrevido jamás a expresárselo.
No puedo decir que fuéramos amigos –sería inflar una relación que no llegaba a esa categoría–, pero sí que, creo, nos caíamos bien el uno al otro. Prácticamente siempre que se pasaba por la redacción de Dirigido Por se acercaba a mi mesa y pasábamos un rato hablando de cine –a veces estrenos, a veces películas antiguas–, de libros, de la profesión… Y siempre resultaba cálido, perspicaz y, sobre todo, divertido. Ahora que ya no está, recuerdo con gran claridad su risa, y me hago consciente de lo mucho que echaré de menos aquellas conversaciones en las que, siempre desde la modestia que le caracterizaba, hacía evidente lo poco (muy poco) que, en comparación con él, sé de cine.
Jamás dudaba en echarte una mano si tenía la oportunidad. Una vez le comenté que me llamaba mucho la atención el cine de Koji Wakamatsu, pero jamás había tenido la oportunidad de ver nada suyo, y me copió todas las películas de un pack recopilatorio que había comprado de importación. Si estaba en su mano lograr algún dato inalcanzable, enseguida te llamaba para proporcionártelo.
Me duele profundamente la pérdida de la persona –sobre todo, insisto, por todas las cosas que jamás llegué a decirle–, pero también, de forma egoísta, me duele la pérdida del crítico de cine. Y de ese escritor maravilloso, capaz de elevar algo de tan poco interés como una sección de estrenos pornográficos en un dechado de frescura y de sentido del humor.
2 comentarios en «A la muerte de Ramon Freixas»
Lo siento muchísimo. 35 años leyendo sus chisposas y entretenidas reseñas, mes a mes, en Dirigido por, hacen que, sin conocer a la persona, te encariñes con su idiosincrásica manera de abordar la crítica cinematográfica.
Descanse en paz.
Muchas gracias por tu mensaje, Antonio Alejandro. Le echamos todos mucho de menos, como crítico pero también como persona.