(El texto original apareció el núm. 405 de Imágenes de Actualidad)
Conviven dos películas distintas dentro de Blinded By The Light (Cegado por la luz). Por un lado, una comedia musical que hace girar sus set pieces alrededor de los álbumes de Bruce Springteen de los 70 y los 80; y por el otro, un retrato muy frearsiano de la Gran Bretaña deprimida durante el tercer mandato consecutivo de Margaret Tatcher. Por supuesto, la primera es la excusa principal del proyecto por su espíritu puramente feel-good (y porque últimamente parecen haberse puesto de moda las películas que explotan la carrera de determinados músicos y/o grupos, véase Bohemian Rhapsody o Rocketman), pero realmente es la segunda la que densifica y da sentido al conjunto, dotándolo de auténtico valor expresivo más allá de sus intenciones claramente comerciales.
Sobre todo, porque el guión de la propia Chadha junto a Paul Mayeda Berges y Sarfraz Manzoor (autor de la novela en la que se basa, y sosias del personaje de Viveik Kalra) establece un clarísimo paralelismo político entre la época del tatcherismo más salvaje y el Reino Unido previo al Brexit: es difícil no reconocer(se) en la asfixiante situación económica y en el peligroso repunte del racismo y la xenofobia que retrata el largometraje… Es en el retrato de la comunidad británica paquistaní de finales de los 80, y sus dificultades para encajar socialmente en el país, donde más cómoda se siente la directora. Más que nada, porque, en cambio, no da la sensación de que se maneje especialmente bien en las coordenadas del musical: su utilización de las canciones de Springteen como forma de hacer crecer y/o evolucionar la historia de su protagonista está más entonada cuanto más naturalista, menos fantasiosa, resulta.