Una de las costumbres más irritantes de la ficción contemporánea es la necesidad casi compulsiva de dejarle claro al espectador cuándo un personaje está alucinante y/o imaginando mediante contraplanos explicativos: uno de los ejemplos recientes más decepcionantes, en ese sentido, es la reciente Joker. Que, en cambio, Tom McCarthy no sólo haya evitado dicha tentación en DeSastre & Total: Agencia de detectives nº 1, sino que haya convertido dicha ambigüedad narrativa en la base de toda la narración del largometraje que acaba de estrenar Disney+, es uno de los grandes hallazgos de esta adaptación de la franquicia homónima de libros infantiles de Stephan Pastis –en cuyo guión han colaborado escritor y director–.
Y es que McCarthy mantiene todos los arranques imaginativos del estilo original de Pastis, a medio camino entre El diario de Greg de Jeff Kinney y el Capitán Calzoncillos de Dav Pilkey, pero los sitúa dentro de un contexto realista, creando humor, precisamente, a través del contraste, del choque entre la visión deformada y extravagante de su existencia de Timmy (Winslow Fegley) y las consecuencias que ésta provoca en todos los que tiene a su alrededor. Una decisión narrativa que provoca dos niveles de comprensión del relato, pues podemos entender de forma literal todo lo que explica su joven protagonista –algo que los niños hacen de forma natural, acostumbrados como él a dejar volar libremente su imaginación– o leer todos esos arranques de extravagancia como una necesidad de distanciarse de una realidad dentro de la que se siente incómodo.
Claro que la gran hazaña de DeSastre & Total: Agencia de detectives nº 1 es que no intenta suavizar ni releer desde una perspectiva amable a Timmy, sino que lo retrata como una figura un tanto adusta, distante –parece bastante evidente que tiene alguna forma suave de autismo–, que va ganándose poco a poco la simpatía del espectador a través de su inocencia y de su franqueza. Y es que McCarthy y Pastis van construyendo y dándole profundidad, secuencia a secuencia, a los personajes que rodean a su protagonista, y elaborando así un microuniverso a través del que realiza un retrato no especialmente complaciente con la parte más deprimida de la ciudad de Portland.
Porque, es cierto, DeSastre & Total: Agencia de detectives nº 1 funciona, de forma plenamente consciente, como parodia de los tropos del hardboiled –incluido el uso de la voz en off como recurso narrativo–, pero también quiere explicar, a través del filtro de la imaginación desatada de su joven protagonista, su propia realidad sin rastro de idealización: al final del relato, ni se ha convertido en un héroe ni su situación ha mejorado lo más mínimo, pero ha reivindicado frente al espectador –sobre todo, claro está, el adulto– lo curativa y enriquecedora que puede llegar a ser la imaginación.