It: Capítulo 2

(El texto original apareció el núm. 405 de Imágenes de Actualidad)

No deja de ser llamativo, así como muy indicativo del estado actual del audiovisual, que los dos productos que más han ayudado a (re)popularizar la obra de Stephen King (y volver a hacerla atractiva para la industria de Hollywood) hayan sido dos series de Netflix que, además, no adaptan de forma directa su obra, como es el caso de Stranger Things y La maldición de Hill House. En una época en la que da la sensación de que el cine de terror necesita justificar a nivel intelectual su existencia y/o su éxito comercial, King se ha convertido en una especie de referencia revulsiva (alguien que, hasta hace apenas unos años, estaba considerado poco más que un escritor de best sellers) para los que ven con nostalgia esa aproximación al género tan visceral, tan pura, que caracteriza a sus relatos. Una intensidad que está ausente de It: Capítulo 2, cierre de la historia que empezó a contarse en la muy exitosa It y que, sin guión previo de Cary Fukunaga y Chase Palmer en el que inspirarse, resulta mucho menos provocativa y, sobre todo, menos sugerente a la hora de releer el material original de King.

En el guión de Gary Dauberman sobreviven, cierto es, las metáforas sobre lo doloroso que resulta crecer y convertirse en adulto, así como la sensación de pérdida que ello supone (de ahí la naturaleza de paraíso perdido de la infancia de los protagonistas), pero en cambio le resta toda capacidad de impacto a un Pennywise (Bill Skarsgard) que, quizás por los esfuerzos por humanizarlo, ya no transmite esa aura de Mal absoluto, casi imparable, de su antecesora. Claro que en ese sentido también tienen mucho que ver que, en lugar de poder apoyarse en el talento de James Wan, el trabajo de Dauberman esté lastrado por las graves dificultades por parte de Muschietti (que resiste a abrazar el fantástico con todas sus consecuencias) no solo para conseguir que el villano resulte amenazante, sino incluso para rodear sus incursiones de una atmósfera, tensa, incómoda… De ahí que continuamente tenga que recurrir a los sustos de gato, algo que, hay que decirlo, ya le pensaba tanto en su ópera prima, Mamá, como en It.

Lo que conlleva que el clímax de naturaleza astral (y un tanto lovecraftiana) de la novela original aquí se convierte en una persecución de casi una hora de duración que tiene más de Pesadilla en Elm Street 3: Los guerreros del sueño que de King. Por suerte, al extraordinario casting de actores infantiles de It se le une en Capítulo 2 un grupo de intérpretes tan sólidos como Chastein, McAvoy, Hader y Ransone, capaces de elevar personajes, por momentos, construidos a base de clichés, e insuflarles una profundidad y una humanidad que sostienen el relato y, lo que es más importante, la atención del espectador.

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