Nuestra presencia en el parto

Hemos asimilado la presencia de los padres durante el parto como una de las pequeñas victorias de la igualdad de género, una de esas correcciones respecto a los desequilibrios que se daban en las parejas en la generación de nuestros progenitores. A diferencia de ellos (y de cómo habían sido educados), muchos de nosotros estamos convencidos de querer estar allí presentes, de asistir en primera persona a algo tan extraordinario como el nacimiento de un hijo. Tenemos la voluntad de ayudar, de apoyar, de compartir.

Pero, ¿lo logramos? ¿De verdad?

Un estudio realizado conjuntamente por University College London, King’s College London y University of Hertfordshire indica que la presencia del padre durante el parto podría provocar, de no existir suficiente confianza dentro de la pareja, dolores más fuertes en la madre. Lo cual, por otro lado, tampoco supone una gran sorpresa: el prestigioso obstetra Michel Odent, una de las grandes referencias mundiales dentro del tema del parto natural, lleva tiempo apuntando que la presencia del padre durante el proceso puede llegar a inhibir la liberación de oxitocina y disparar la de adrenalina, aumentando, así, la necesidad de intervención por parte del personal especializado.

Lo que me lleva a la que, creo, es la cuestión fundamental. ¿Realmente ayudamos? ¿Apoyamos? ¿Compartimos? ¿O nos convertimos en una presencia meramente testimonial dentro de un proceso que, por simple naturaleza, nos resulta ajeno?

Hoy en día, la respuesta depende pura y exclusivamente de la implicación del futuro padre. Y de lo consciente que haya llegado a ser de que, durante el parto, su papel debería ser no ya discreto, sino casi invisible. Un apoyo silencioso, firme, pero proporcionando a la mamá espacio y confianza suficientes como para poder concentrarse al máximo en una sola cosa: traer al bebé al mundo.

Porque la realidad es que nadie nos prepara de verdad para lo que está por venir. Está muy bien que nos enseñen respiraciones, a usar pelotas de pilates o a ponerle pañales a los bebés, pero lo que realmente necesitaríamos es aprender cuál debería ser nuestro auténtico lugar durante el parto. Qué deberíamos aportar. Cómo tendríamos que comportarnos, sea en una sala de quirófanos o durante un parto natural. Y, sobre todo, a saber reconocer (y aceptar) que, en determinadas circunstancias, quizás deberíamos dar un paso atrás.

Eso, supongo que no hace falta que lo aclare, no es algo que se nos enseñe en las clases de preparto de la Seguridad Social.

Las afirmaciones de Odent levantan ampollas porque cuestionan lo que percibimos como una conquista generacional, y reaccionamos de forma visceral en lugar de plantearnos si, en realidad, lo que ocurre es que, pese a lo que hemos avanzado, seguimos encallados en un punto intermedio en cuanto a la deferencia hacia el proceso de parto. Y que quizá nos conformamos con una preparación superficial, casi anecdótica, cuando lo más importante es que deberíamos aprender a respetar y, sobre todo a compartir desde la discreción, un proceso en el que nosotros jugamos un papel fundamentalmente secundario… Y no hay nada malo en reconocerlo.

5 comentarios en «Nuestra presencia en el parto»

  1. Muy buen post.
    Yo desde mi experiencia, tras dos partos diré que para mí, mi pobre marido estaba allí de más. Me explico. Evidentemente era un apoyo, evidentemente se agradece no verte sola, evidentemente es el padre y es normal que esté en el momento en el que nacen sus hijos. Eso es indiscutible. Pero en mi caso, llegó un momento en el que me aportaba más nerviosismo que calma.

  2. No estoy de acuerdo en lo del papel secundario. Todo depende de como sea el padre, de como sea la madre y de como es su relación.

    Si el futuro papá es una persona nerviosa, aprensiva y que va a entorpecer el parto, claro que no debería estar presente.

    Yo quiero pensar que "ayude en algo" a mi Santa. En transmitirle tranquilidad, confianza,apoyo. No sé.

    De todas formas, si tengo hueco, tiempo e inspiración, intentaré hacer un post para desarrollar más mi visión.

    Un saludo.

  3. Cuando digo que nuestro papel es secundario, me refiero a que el centro absoluto tiene que ser la madre. Y que si ella, por lo que sea, nos dice que quiere estar sola para concentrarse en el parto, deberíamos ser lo suficientemente maduros como para dar un paso atrás y darle la libertad que se merece… Y ojo, lo dice un padre que estuvo en el parto de su hijo, y no lo cambiaría por nada.

  4. Muy buena reflexión. Como matrona y madre creo q alrededor de la mujer en el momento del parto sobran muchos estímulos. He podido ser testigo de acompañamientos por parte de hombres de gran ayuda, pero hay q decir q en muchas ocasiones sobran algunos comportamientos y comentarios inoportunos

  5. Pues yo sí que coincido con tu opinión, yo estuve presente hasta donde me dejaron (al quirófano no dejaban ya) pero yo sé que mi mujer se esforzaba más por ocultar su dolor que otra cosa (vamos con el tiempo me lo ha confesado). Además fue ella quien me pidió que estuviera presente yo si prefiere estar sola o con su madre lo entendería perfectamente, en este punto sí que soy plenamente consciente de ello.

    Un saludo!

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