Invincible: Temporada 1

Visto con perspectiva, no deja de ser coherente que Amazon Studios haya decidido producir Invincible, la serie de animación basada en Invencible, la saga superheroica creada por Robert Kirkman, Cory Walker y Ryan Ottley. Al fin y al cabo, tras ella late una clara intención de revisar el (sub)género sin los límites morales ni la corrección política a la que obligan las grandes editoriales que no anda demasiado lejos de uno de sus mayores éxitos de producción propia, The Boys –no creo que sea casual que en ambas estén implicados, además, Seth Rogen y Evan Goldberg–. La diferencia, como bien sabrá cualquiera que le haya echado un ojo a ambas obras, es que, mientras esta última está muy marcada por las ansias de epatar de Garth Ennis respecto a la narración superheroica, en cambio Kirkman –como, por otra parte, viene siendo habitual en su carrera– parte de un homenaje relativamente cariñoso a determinados tropos genéricos para, después, de forma progresiva, ir reventándolos desde dentro con una cierta inmisericordia.

La implicación del propio guionista en esta adaptación televisiva de Amazon –firma, de hecho, el primer episodio, si bien los otros dos que he tenido la oportunidad de ver están en manos de Simon Racioppa– asegura su fidelidad a los cómics, y a su inteligente forma de releer el cómic de superhéroes adolescentes a lo Lee/Ditko, si bien tiene la inteligencia de no ser una traslación literal de lo planteado sobre las viñetas. Conscientes de que los ritmos y las necesidades narrativas de ambos medios son muy distintos, los responsables de Invincible no han tenido miedo a la hora de reordenar acontecimientos, encuentros y revelaciones para captar la atención del público desde el primer episodio –la alteración más evidente es el clímax de éste, una decisión quizás arriesgada, pero que eleva notablemente las apuestas dramáticas del conjunto–. Eso implica que haya, eso sí, una cierta estandarización de la estructura de los episodios, con enfrentamientos superheroicos hacia la mitad y el final, y una determinada dosis de gore en los mismos para transmitirle al espectador que no está frente a una producción Marvel/DC.

En ese sentido, ha sido inteligente el movimiento de dejar la animación en manos del estudio coreano Maven Image Platform, con producciones en su haber como La muerte de Superman 2. Parte 2: El reinado de los superhombres (Reign of the Supermen; Sam Liu, 2019) o la serie Harley Quinn (Id., 2019-). Su equipo, liderado por Young-Soo Kim, ha asimilado el estilo de las producciones animadas de DC, a medio camino entre el anime y el superheroismo más convencional, y lo aplica aquí con extrema eficacia –quizás porque, con una temporada de ocho episodios, han tenido la oportunidad de cuidar mucho más el acabado global–. Atención, sobre todo, a las secuencias de combate, cargadas de un brío y una intensidad visual que pone sobre la mesa algo que parece haberse olvidado a raíz del imperio cinematográfico Marvel: que, por mucho que los efectos digitales hayan flexibilizado las posibilidades de las producciones de imagen real, hay un cierto punto de locura imaginativa tanto en el cómic como en la animación que sigue siendo –o debería seguir siendo, si empresas como Pixar no renunciaran a dejar volar la creatividad de sus dibujantes– inalcanzable por aquéllas.

Imagino que se estrenará doblada –la versión de los capítulos iniciales que yo he tenido la oportunidad de ver estaba en versión original sin subtítulos–, pero hay que señalar que algo que contribuye a que Invincible funcione bien es el trabajo actoral: la elección de Steven Yeun como Mark Grayson puede parecer peculiar, pero funciona, sobre todo porque se complementa muy bien tanto con J.K. Simmons como su padre Nolan como con Sandra Oh como su madre. En general, creo que el casting de voces es afortunado por los riesgos tomados, como apostar por Gillian Jacobs como Atom Eve, por Jason Mantzoukas como Rex Splode o por Zazie Beetz como Amber Bennett –no sé si el personaje se cambió de raza por la elección de actriz o fue al revés, pero es otra decisión afortunada, pues le da mucha más personalidad–. Es uno de los innumerables casos de animación en el que las voces originales están escogidas con un sentido dramático irreproducible con un doblaje convencional, así que, sí, es recomendable verla en VO.

Partiendo del clímax del primer episodio, cualquier conocedor del cómic original intuirá en qué punto terminará esta temporada de Invincible: a diferencia de aquél, que se desplegaba mucho más a fuego lento, hay aquí una clarísima dirección argumental que se apunta en los diálogos de forma relativamente sutil –y digo relativamente porque, a poco que se sepa lo que ocurre, se adivina la intención de los guionistas–, dirigida a acabar de la forma más explosiva y más dramáticamente impactante posible. La cuestión es que, si la serie es capaz de sostener el nivel de estos primeros episodios, tanto en cuanto a la buena adaptación de los cómics como en cuanto a la calidad de la animación, puede tratarse de otro gran éxito –en este caso, desde luego muy merecido– para Amazon Studios, que está creando, poco a poco, una personalidad propia y muy interesante a la hora de abordar el relato superheroico.

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